Teatralidad y vida cotidiana. La imagen presencial en la escena pública
- De Nacho Azcona
- 3 abril, 2024
- Sin comentarios
La idea de lo “teatral,” como efecto perceptible en la vida común de las personas, hoy en día parece estar ya asumida de manera tácita por la sociedad; la sobreactuación, el engaño o la afectación, así como el actual marco de las “fake news”, son elementos contemplados como habituales, en absoluto extraños, y parecen disputar el terreno a los ocios de la creación y la autoría de ficción. Efectivamente, las presentaciones y las comunicaciones públicas son a menudo asociadas recurrentemente con elementos propios del teatro. Por ello, resulta muy sugerente acercarse a esos mecanismos que entran en el juego expresivo de la comunicación humana. Quizá la interpretación actoral y la escenificación puedan parecer artes alejadas de la vida formal, pero el trabajo de actores y actrices debe estar fundamentado, precisamente, en los mecanismos emocionales y situacionales que se encuentran en la propia sustancia de la construcción cotidiana del perfil de cualquier persona y en la influencia recíproca de la interacción con las demás.
El aprendizaje y la práctica de las pautas sociales en la trayectoria de vida de cada ser humano, presupone también tener que curtirse en las formas de cómo ha de relacionarse con el resto; de si debe expresarse abiertamente o no; de si debe desvelar o guardar, de dosificar información o no. En suma, de reformular y de tantear de forma constante la apuesta de confianza frente a los demás y poder salvaguardar así los factores personales propios en riesgo. En consecuencia, de forma sistemática, se debe imponer a sí mismo una gestión de expresión de sus emociones, frente a cada audiencia y a cada circunstancia social. En definitiva, las emociones y las reacciones humanas, seguramente, no son tan “naturales”, espontáneas e inconscientes como habitualmente se pueda suponer.
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